En la burbuja con escafandra

Sobre los avatares de la lectura y la escritura


Por Ildiko Nassr
Cada quien vive la experiencia como puede. En el ruido de la muchedumbre, alguien busca el cobijo del silencio. Desde un altavoz potente, la voz de una mujer anuncia las próximas actividades. Las personas van y vienen entre gritos y carcajadas. Ese alguien busca el silencio y la soledad. Quiere escribir.
Joyce Carol Oates sostiene que escribir es un trabajo solitario, y uno de sus peligros es la soledad. Pero una ventaja de la soledad es la intimidad, la autonomía, la libertad.
En esa libertad, ese alguien piensa  que nadie lo ve en el frenesí de la vida cotidiana. Se abstrae del ruido y de lo que te rodea para sumergirse  con una escafandra imaginaria en la lectura del libro de turno. Pero una mujer se acerca a la burbuja silenciosa y la revienta con su sonrisa (que odia porque la sacó de su lugar). Vos sos…? Sí. Dice con una mueca. La mujer continúa con algarabía:  yo soy amiga de … Se despiertan los miles de recuerdos que tiene  con esa persona. La mueca se convierte en sonrisa auténtica. El mundo es cada vez más pequeño. Detrás de cada ventana, hay una persona con una historia que contar. Debajo de cada luz, un cuerpo. Cada quien con expectativas, enojos, sueños…  Y esa mujer se lo recuerda. Conversan sobre libros y autores y  despiden amigablemente.
Uno de los desafíos del escritor es captar esos instantes que ilustran la condición humana. Somos más parecidos de lo que admitimos. En cada uno de nosotros, viven el hombre y el monstruo. (Más allá de géneros y estereotipos. Hablamos de la condición humana).
¿Qué decimos? ¿Qué callamos? ¿Qué escribimos? ¿Qué leemos? Concibo la escritura como la contracara de la lectura. No puedo entender a esos escritores que no leen. Para no contaminarse, dicen. Como si la lectura fuera un virus letal. Leemos y nos damos cuenta de que las ideas que se nos ocurren ya se le habían ocurrido a alguien antes. Incluso han sido llevadas al cine. (En lo personal, estuve escribiendo lo podrían haber sido capítulos de Prison Break mucho antes de ver la serie).
Llegados a este punto, nos preguntamos si es necesario escribir. La respuesta es que sí. Todos deberíamos escribir y leer literatura; hablar y escuchar sobre lo que leemos y escribimos y leen y escriben los otros. Encerrarnos en una burbuja imaginaria con una escafandra. No para que todos seamos escritores. Pero sí para que conozcamos esa libertad.

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