Entrevista Entretiens Tradabordo

Photo by Lau Vega

Ildiko Nassr (Río Blanco, Jujuy, Argentina, 1976) ha publicado libros de poemas (Reunidos al azar, 1999; La niña y el mendigo, 2002; y en coautoría (Ser poeta, 2007), de cuentos (Vida de perro, 1998) y de microrrelatos (Placeres cotidianos, 2007) (Animales feroces, 2011).
Textos suyos aparecen en diversas antologías de poesía y microficción.
Es licenciada en letras y coordina talleres de escritura creativa. 
En 2011, participó del  Encuentro Internacional de Microficción “Ondas cortas- Mikrowellen- Short waves” en la Casa de la Literatura Lettrétage, de Kreuzberg, en Berlín, Alemania.
En 2012, realizaron un documental sobre su vida y obra: “Ildiko. Una mujer. Un poema”.

1) Tradabordo. ¿Cuánto hace que escribe y qué la impulsó a escribir?
Escribo desde niña. Vivíamos en Río Blanco, en una casa que construyeron mi mamá y mi hermano. En ese entonces, Río Blanco era campo. Teníamos animales, una huerta, primos… Sacábamos agua de un aljibe. Teníamos que viajar (me parecía un viaje muy largo) para hacer las compras, para ir a la escuela, todo quedaba lejos y no nos dejaban salir a recorrer el campo, porque en la casa lo teníamos todo.
Sin embargo, como en todo casi paraíso, algo no funcionaba a la perfección y era mi salud. Nací prematura, con ictericia y problemas respiratorios. Siempre digo que le debo la literatura al asma. Mi mamá me compraba libros. Y yo leía, mientras los otros niños jugaban en su paraíso de tierra y césped. Yo leía. Pensaba que mi paraíso era mucho más inmenso. Leía y me convertía en cada héroe de ficción: algunos días era Jo, de “Mujercitas”; otros, Judy, esperando las cartas de Papaíto e imaginando cómo sería ese benefactor anónimo; a veces, también fui el capitán de 15 años o pasé mil aventuras dando la vuelta al mundo apresuradamente.
Y de tanto leer, sentí la omnipotencia de los héroes y quise intentarlo. No sé por qué pero la poesía me parecía más inofensiva y más a mi alcance. Les escribía a mi mamá y a mis hermanos. Eran como los personajes de los libros, pero ellos eran de verdad. Los podía ver y hablar con ellos. Y ellos no decían siempre lo que quería que dijeran. Eran impredecibles. Sorprendentes. Leía y escribía para ellos, armaba pequeños “libros” con ilustraciones muy infantiles de flores y siluetas muy simples.
Tuve una excelente maestra en primer grado, la señorita Marta. Me regalaba libros e incentivaba mi curiosidad e imaginación.
Tuve una profesora en primero de bachillerato a la que le mostré una torpe versión de las “Coplas a la muerte de mi padre”, de Manrique. Había elegido un papel transparente, muy especial, hice una letra muy prolija y con el orgullo y la soberbia de los doce años, se los mostré. Ella tomó el papel y me dijo, entre otras cosas, que eso no servía y que estaba muy equivocada al atreverme a “jugar” con los versos de Manrique.
Dejé de escribir. Ahora me pregunto cómo hubiera sido esa producción inexistente.
Leía poemas de amor.
Cuando entré en la universidad, un profesor me pidió leer lo que yo escribía. Me gustaba ese profesor y no quería mostrarme diferente a la versión que él tenía de mí. Todo lo que había escrito en la niñez se perdió entre mudanzas y vergüenzas. Me puso a escribir frenéticamente. Cuentos. Se los entregué. Cuando me los devolvió me dijo que carecían de valor literario que solo el comienzo de uno de ellos era muy bueno. Le gustó, también el nombre de la protagonista, Ana Luz. Cuatro años después, nació nuestra hija y ya tenía su nombre.

2) T. ¿Qué clase de lectora es?
Soy una lectora voraz. Mis itinerarios de lectura son desordenados y sorprendentes. Muchas veces me guío más por el instinto que por la razón para elegir mis lecturas. Me gusta recorrer las librerías y sopesar y disfrutar de los libros de papel. Leo muy poco en la pantalla. Uno de los mayores placeres para mí es leer en la cama. Tengo una pequeña biblioteca en la mesa de luz con libros que van cambiando de lugar. Y tengo algunos que están esperando pacientemente. Porque, como dice una amiga, comprar es más rápido que leer.

3) T. ¿Cuáles han sido sus principales fuentes de inspiración llegado el momento de escribir, ya sean del campo literario u otros?
Mi familia, mi vida. Tuve una profesora en la secundaria que me decía que yo era como la protagonista de una telenovela porque siempre me estaban pasando cosas. Cuando empecé a mirar-me, de alguna manera descubrí que tenía razón. Claro, soy la protagonista de mi vida (risas).
Me gustan las palabras. Me gusta el sonido de algunas. Es como si se enredaran en el paladar y pudiera sentirles el sabor. Hay, no obstante, muchas palabras que me causan otras emociones. Me leer diccionarios o enciclopedias y buscar rimas e inventar nuevos significados a las palabras. Son juegos que todavía hacemos con mi hija. Nos jugar con las palabras. Las palabras son la mejor cantera para el escritor.
Me preocupa el lugar que ocupamos las mujeres en la sociedad. Todavía hay quienes nos llaman “el sexo débil” y somos condenadas por nuestro comportamiento.

4) T. ¿Cuando escribe, piensa en el «lector»; y si fuera así, quién, cómo, dónde se encuentra?
Siempre está presente ese “lector ideal” que uno quiere que lo lea. Creo que pienso en alguien con sentido del humor, inteligente. Alguien que recepcione los guiños que le hago al escribir.

5) Cuando está falta de inspiración, ¿dónde o cómo la encuentra de nuevo?
Leo. O salgo a caminar. Jujuy está lleno de personas increíbles, un paisaje exuberante, historias casi inverosímiles. Es salir a caminar y mirar.
En cuanto a las lecturas, mis nutrientes se van modificando. Los que siempre aparecen son Borges, Cortázar, Pizarnik, Coetzee, entre otros muchos.

6) T. ¿Nos puede hablar un poco de los microrrelatos traducidos aquí?
“Orígenes”. Este texto es una versión libérrima del 'Popol Vuh'o libro de la sabiduría de los mayas quiché de Guatemala. Los padres o formadores son los dioses que crearon al hombre, utilizando en primer lugar arcilla, pero era un hombre sin entendimiento y se deshacía. Luego, usaron madera pero era muy rígido y no cumplía con el propósito de los dioses que era elogiar, alabar la creación del mundo. Por último, siempre aconsejados por los ancianos sabios, hicieron una masa de maíz y construyeron al hombre definitivo. Este texto fue escrito a pedido de mis alumnos luego de la lectura del libro.
“Mujeres”. Siento en mí la necesidad de libertad. Ser libre es lo que más valoro. Una libertad que excede en moverse libremente por las calles. Ser libre de espíritu, pensamiento, acciones. Tengo amigas que son muy interesantes y también buscan la libertad. Todas tenemos concepciones diferentes de ella. El universo femenino es tan amplio… quería dar cuenta de esta vastedad.
“Ni en tus peores pesadillas”. En un principio se llamaba “puertas”. Está construido con repeticiones deliberadas y quedó un campo semántico muy interesante, intenso.
Desde 2011 doy clases en una escuela dentro de una cárcel federal. Se abrió todo un mundo novedoso. Si bien las cárceles son parte de la sociedad, existe una tendencia a querer no nombrarlas, hacerlas aparecer como un infierno, o simplemente querer hacerlas desaparecer. Una noche vinieron a buscarme a casa para ofrecerme este trabajo y acepté con la condición de poder renunciar en cualquier momento. Entré llena de prejuicios. Lo que más me impacta es el ingreso hasta la escuela. Todas esas puertas, esos cuerpos uniformados que te observan, los controles, me siguen marcando. La escuela es como una escuela común con adultos (la población interna es de masculinos mayores). O hacemos de cuenta de que es una escuela común.
Me gustan los mandalas y los banderines. Llené de ellos la escuela. Escribimos poesía con mis estudiantes. Tienen preocupaciones teóricas sobre la poesía. Hace poco, uno de ellos me preguntó dónde y cómo se cortan los versos. Es casi una ficción. Cuesta trabajar en ese ámbito porque es difícil abstraerse de la situación y las restricciones. Estamos como en una burbuja, sin celulares. Con los zapatos sucios, porque para llegar tenemos que caminar varias cuadras en un camino sin asfaltar.
Hay un profesor penitenciario que me sonríe cuando ingreso, después de pasar por “Avanzada”, a veces por “Requisa”, etc. Su sonrisa me hace sonreír y este texto surge después de la pregunta de ¿qué hago con todo esto que sucede en el Penal? Y, tal vez, para siga sonriéndome…

7) T. ¿Qué impresión le causa saber que sus piezas están siendo traducidas?
Me encanta. Es raro… que alguien se tome el tiempo de leer lo que escribo ya es emocionante. Que se tomen más tiempo para traducirlo, te llena de satisfacción. Quiero presumir con mis alumnos. (Mientras escribo esto, pienso en sus ojos llenos de orgullo y lloro. Pero, por favor, no se lo digan a nadie.)

8) T. ¿Qué opinión le merecen las nuevas tecnologías en relación con lo literario?
Son una gran herramienta. En lo personal, estuve casi un año sin conexión a internet en mi casa y me sentía como aislada (como en la burbuja dentro de la cárcel). No fue un padecimiento ni una tortura. Sino un periodo de disfrute de otros placeres de lectura y escritura que celebro.
Creo que no hay nada más placentero que llevarte un libro a la cama y leer sumergida en ese tiempo aleatorio que te permite la lectura.

9) Si estuviera en el lugar de Rilke, ¿qué consejos le daría a un «joven poeta / escritor»?
Que lea a Rilke…
Que lea y escriba. Leer y escribir son dos caras de una misma moneda. Pero cada persona marca su propio itinerario.

Entretien avec Ildiko Nassr, dont les textes ont récemment été publiés dans « Lectures d'Argentine ».
http://entretiensld.blogspot.fr/2013/09/ildiko-nassr-argentine.html

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